La capilla de Monteagudo o de San Blas
La ermita de San Antonio de Padua, se encuentra ubicada en un pequeño robledal “carballeira” en el lugar de Monteagudo, perteneciente a la feligresía de San Jorge de Codeseda. Fue fundada por el licenciado don Francisco Gómez en el año 1670, como podemos apreciar en una inscripción sobre una piedra, en el lateral de la epístola del interior de la capilla.
Los hermanos Francisco y Benito Gómez del Villar, la instituyen capellanía patronato de legos en advocación a San Antonio de Padua, con fecha seis de marzo de 1689. San Antonio de Padua, nació en Lisboa, entre 1.190 y 1.195, descendía de una familia noble, cursó estudios en Coimbra y pasó a formar parte de los canónigos Agustinos. Cambió de orden en el año 1220 pasando a los Franciscanos. Se retira a Padua y se dedica a predicar, falleciendo a la edad de 36 años. Fue declarado Doctor de la Iglesia por el Papa Pío XII en 1946. Se le representa con hábito franciscano, un libro y una azucena blanca y a veces con un niño. Su festividad se celebra el 13 de junio.
Esta pequeña ermita era anexa a la casa de Monteagudo, de la que eran propietarios sus fundadores. Está construida sobre roca y sus dimensiones eran muy reducidas en los primeros tiempos, tenía de largo 7,10 metros y de ancho 5 metros. En la actualidad es algo más larga llegando a alcanzar los 10 metros, y rehecha su fachada principal, con la piedra procedente de las ruinas de la ermita de San Roque del lugar de Quintas, siendo transportada por carros del país tirados por vacas, colaborando tanto en el transporte como en la mano de obra los vecinos. Tiene una altura aproximada de 3,75 metros. Una sola puerta de 96 centímetros de ancho por 1,92 metros de alto da acceso al interior de la misma. Tejado a dos aguas, de madera recubierto de teja plana. Obra realizada con la autorización del arzobispado de Santiago y supervisada por el sacerdote don José Barreiro.
Ermita de nave única y planta rectangular, toda ella en sillería de granito de gran regularidad, fachada dintelada y sobre la misma espadaña de una sola campana, rematada en un pináculo. En su interior nada más rebasar la puerta, nos encontramos con dos piletas talladas en piedra, una a cada lado para el agua bendita, que provienen de las ruinas antes mencionadas de la capilla de San Roque. Sobre la mitad del templo y a nuestra izquierda, se puede apreciar la inscripción sobre una piedra de la fundación. En la cabecera de la ermita se encuentra un sencillo y precioso retablo, de clara ascendencia rococó por su decoración en rocallas y la policromía empleada para realzar las diferentes partes del mismo. La estructura del retablo cubre todo el testero y tiene una estructura sencilla con solo cuerpo dividido por columnas corintias entre calles y un ático sobre la calle central.
El programa iconográfico original es difícil de precisar pues las tres figuras existentes (además de la de San Blas que en esos momentos está en la procesión) no permiten una relación iconográfica clara entre ellas.
Dado que la ermita es pequeña y aislada podemos pensar en un programa iconográfico de santos que defiendan la salud a los desposeídos y pobres. En ese sentido San Antonio defiende las almas y protege a los pobres dando pan a los mismos. San Roque a los apestados, aunque su devoción decayó cuando comenzaron a distanciarse los episodios periódicos de peste. San Blas protege a los enfermos, concretamente, los males de garganta. Si tenemos esto en cuenta sería una ermita dedicada a diferentes santos mediadores entre los hombres y Dios para conseguir salvarlos de la enfermedad.
En cuanto a su cronología, la situaríamos en el último tercio del XVIII por sus características rococós ya citadas. Al lado del altar, imagen reducida de San Blas, tallada en madera en el año 1942 por el vecino de Monteagudo don José Picallo Picallo, que es la utilizada para poner a los devotos feligreses el día de su veneración y una vez finalizada la celebración de la Santa Misa en honor del mencionado santo, con estas palabras: “San Blas te libre de los males de garganta amén”.
El día de su festividad la ermita permanecía abierta tanto de día como de noche, y si ésta se encontraba cerrada y algún devoto quería poner el santo se abría y se le ponía. Esta costumbre dejó de realizarse al jubilarse de esta actividad el señor Ignacio. Los vecinos más reconocidos por el tiempo que prestaron este servicio de la imposición de la imagen de San Blas, son Ignacio Eirín aproximadamente hasta finales de los años 60, pasando relevo a Manuel Caramés hasta su fallecimiento en 2008. En la actualidad no queda nadie que realice este ritual, pasando a ejercerlo la persona que ocupa el puesto de sacristán ofreciendo la imagen para besarla.
No solo se perdió esa costumbre, sino que la llave de la ermita y la bandera que se colocaba en lo más alto del campanario se guardaba en casa Teresa de Monteagudo, hasta que en los años setenta la llave pasó a manos del cura párroco y no solo la llave sino también la recaudación (cepillo). Esta recaudación era para ayuda de la fiesta y al señor cura se le abonaban los gastos de celebración de la santa Misa.
Delante de la ermita y a una distancia de 6,40 metros se encuentra enclavado un hermoso crucero de finales del siglo XVII realizado en piedra, consta la base de tres peldaños, pedestal de forma cuadrangular, el fuste circular en su parte inferior con encaje cuadrado y en la superior cilíndrica, sobre el fuste tallado la efigie de San Antonio de Padua, con hábito de San Francisco, mano diestra sujeta una palma que descanso sobre el mismo hombro, y en la mano siniestra acoge un libro. Capitel cuadrangular con volutas, en el que encaja un buen labrado crucifijo cuadrado y biselado, que en su anverso tiene a Cristo crucificado, cabeza un poco reclinada a la diestra, sobre la misma el letrero INRI, y en el anverso la virgen de las Angustias. Tiene una altura de 3,20 metros, siendo su estado de conservación muy bueno. De finales del siglo XVII.
Al transcurrir los años la ermita de San Antonio de Padua, pierde su nombre y hoy en día es conocida como la ermita de San Blas o la ermita de Monteagudo. Este cambio posiblemente se deba al último señor de la casa de Monteagudo don José María Ballesteros Fernández, último señor de tan notable linaje que era de profesión doctor en medicina, especialidad laringólogo, y como todos saben, San Blas es santo benefactor de los males de garganta, lo que debió favorecer el cambio de nombre en los años cuarenta.
San Blas fue un hombre de recta conducta cristiana, obispo de Sebaste en Armenia, fue torturado con peines de hierro que le desgarraron las carnes y decapitado en el año 316. Obró milagros, como el de la madre que le llevó a su hijo que se estaba ahogándose por tragar una espina, salvándolo, con rezos e imponiéndole las manos. Se representa con hábitos de obispo y báculo, entre sus atributos, destaca el peine de cardar con el que fue torturado, velas y un niño que le está curando la garganta.
La festividad se sigue venerando el día tres de febrero, aunque como los tiempos han cambiado se pasa siempre que no caiga en fin de semana, para el siguiente, al de su festividad. La fiesta lúdica se sigue celebrando con relativa frecuencia, en este paraje tan hermoso y en época de invierno, donde el frío hace mella, a pesar de ello es muy concurrida por los devotos y romeros.
ARCHIVO HISTÓRICO DIOCESANO DE SANTIAGO DE COMPOSTELA
FONDO PARROQUIAL ~ CODESEDA SAN XORXE ADMINISTRACIÓN PARROQUIAL ~ FÁBRICA 1804-1855 (Página doce)
El Licenciado Francisco Gómez del Villar, Presbítero Vecino de esta feligresía de Codeseda y Benito Gómez del Villar Escribano de S.M. de la de Santiago de Tabeirós, ambos hermanos, por instrumento que pasó ante Gonzalo del Villar, Escribano de los Reynos y de Rentas Reales de la ciudad de Santiago y su provincia, en los seis días de marzo 1689 instituyéndola capellanía Patronato de Legos advocación a San Antonio de Padua, sita en el lugar de Monteagudo, con carga y pensión de seis Misas rezadas cada un año en los días que señala la fundación= Posee hoy D. Nicolas Cerviño Pro. Vecino de Couso.
Texto elaborado por Luís Manuel Ferro Pego
Junio de 2010