José Pena Eirín “El Médico Pena” (Codeseda, 1900 – Pontevedra, 1987)
José Pena Eirín nació en Abragán-Codeseda el 2 de Octubre de 1900. Era hijo de Virtudes Eirín Rivas y de Genaro Pena Eirín.
Obtuvo el titulo de Bachiller en la Universidad Literaria de Santiago de Compostela el día 7 de Mayo de 1920. Se licenció en la Facultad de Medicina con la calificación de Sobresaliente el 21 de Julio de 1928 y fue nombrado Médico Tocólogo, por Concurso-Oposición, el 22 de Julio de 1935, para la comarca de Codeseda, en donde ejerció durante 42 años.
El “Médico Pena” representó perfectamente al clásico médico de pueblo. Persona bien integrada en el medio rural, fue siempre amable con sus paisanos y siempre su amigo. Tenía buen “ojo clínico” y era buen conocedor de todos los antecedentes médicos del paciente y de sus familiares.
Era muy madrugador, le gustaba “estrenar el día”. Con frecuencia se le veía pasar por el centro de Codeseda, a media mañana, en aquellos días de pleno invierno con lluvia, frío y viento, montado en su caballo, con su capote negro y una manta sobre las rodillas. Aunque llegase tarde a casa, siempre atendía primero a los pacientes que le estaban esperando.
Por las tardes salía con su bastón de caña, que él mismo hacía, acompañado de su perro, a tomar café y jugar al dominó. Tomaba siempre café solo, negro decía él, y muy caliente. Si se retrasaba en tomarlo, porque el juego le entretenía, entonces regañaba a la persona que le atendía y le pedía otro bien caliente. Si alguien venía a consultarle y se acercaba al bar y preguntaba si dentro estaba el médico Pena, la contestación era: “si debe estar porque o can está ahí fora, na porta”.
Cuando visitaba a algún enfermo por las tardes, siempre iba caminando. Solía regresar con una rosa silvestre en el ojal de la solapa. Seguramente queda en el recuerdo de todos los que vivieron aquellos años, la imagen del “médico Pena” paseando por la carretera y leyendo el periódico, con el bastón bajo el brazo.
Nunca tuvo casa propia y tampoco coche; decía que este era un gasto innecesario. Aquellos eran los tiempos de la post-guerra y había que mantener a cinco hijos. En lo económico, para con los pacientes, era totalmente desinteresado. Con frecuencia, al terminar una consulta, y cuando le preguntaban que le debían, él contestaba: “vete de aquí, no me debes nada”.
Era una persona ecuánime que sabía escuchar a todos y a la vez era también un buen conversador. Valoraba mucho la amistad. Decía que había conseguido terminar la carrera de medicina porque había tenido la suerte de encontrar buenos amigos.
Con la perspectiva de hoy, se podría decir que, posiblemente, fue un gran observador de la vida social y política de los años veinte y también de los anteriores y posteriores a la Guerra Civil Española y a la Segunda Guerra Mundial. Conocía bien la pobreza y la miseria de los pueblos de la Galicia de principios del siglo pasado. Estuvo tres años destinado en África haciendo el servicio militar como soldado del cuerpo sanitario. Seguramente todo esto le formó como hombre entregado a los demás.
Era una persona independiente y liberal: libertad de pensamiento, de forma de vida, etc…, pero siempre con respeto. Nunca criticaba a otras personas, si bien no soportaba a los “caciques”, a los “curanderos” de los pueblos y lo mismo pasaba con las “meigas”. Decía que “o caciquismo” e “o dereito de pernada” eran dos lacras sociales y muy arraigadas en Galicia.
Tuvo siempre una gran autoridad moral que le hacía ser respetado por todos los que le trataron. Era amigo de los curas, pero no era muy religioso y también de los militares, a los que más de una vez les echó un buen rapapolvo; al igual que a sus propios pacientes y paisanos cuando, a altas horas de la noche, se iban a curar las heridas causadas en alguna trifulca.
Le gustaba su profesión a la que se entregó plenamente. Nunca se permitió unas vacaciones. En su vida personal y familiar fue una persona muy austera. Comía poco y siempre lo mismo. Era un fumador empedernido y nunca bebía alcohol. Cuando le insistían para que tomase algo, siempre contestaba que no, que su úlcera de estomago no se lo permitía. Con frecuencia decía: “yo ya he bebido antes……..”
Pero no sería justo hablar de la personalidad del “médico Pena” sin tener en cuenta a su esposa. En este caso también es válido ese refrán que dice que: “detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer”. Esa fue Manolita Chicharro. Una mujer que llegó muy joven a Codeseda, y que pronto se integró plenamente en la vida del pueblo. Fue considerada por muchos, como la mujer más guapa de Santiago de Compostela, allá por los años 30.
El día 20 de Febrero del año 1971, le ofrecieron en Codeseda un gran homenaje. Se celebró una misa y una comida en casa de Alfonso “O Panadeiro”. Le regalaron una bandeja en la cual se puede leer la siguiente inscripción:
«Homenaje Popular al
Dr. D. JOSÉ PENA EIRÍN
que desde hace 42 años ejerce la Medicina en
esta comarca, con desinteresada
y abnegada labor.
El es para sus enfermos, no solo médico,
sino consejero, guía y amigo. Su vida es un hermoso ejemplo de amor
a su trabajo y sus semejantes.
La deuda que con él tenemos contraída
nunca podríamos pagarla.
Por ello le ofrecemos nuestro respeto,
nuestro afecto y nuestra gratitud»
El contenido de estas frases define bien, quién fue para sus paisanos “el Médico Pena”. Al homenaje asistieron gran número de personas