Es sábado por la mañana y las risas inundan las calles de la pequeña aldea de A Portela. Subidos en bicicletas varios niños disfrutan de una calurosa jornada de verano bajo el consuelo que ofrecen los árboles de la zona ante la mirada despreocupada de sus padres. Son la nueva vida que ha inundado esta aldea de las montañas estradenses, una zona conocida por dar cobijo a la cabaña de O Santo y por estar a solo unos kilómetros del conocidos curro de Sabucedo. A Portela, otrora punto de referencia en la zona, era hace solo unos años una aldea agonizante, como tantas otras que pueblan el rural de la comarca de Tabeirós-Terra de Montes. El destino sin embargo ha dado una nueva oportunidad a esta localidad formada por solo una docena de casas. Lo ha hecho con un regalo especial, los trece niños que hoy recorren sus calles en busca de nuevas aventuras sin saber lo cerca que ha estado A Portela de perderse en el recuerdo.
La historia de esta pequeña aldea situada en la parroquia de Codeseda supone un caso atípico en el progresivo despoblamiento del rural estradense. Según nos explican los vecinos, hace una década solo quedaban en el pueblo ocho personas, algunas de ellas mayores. De su docena de casas, muchas estaban deshabitadas, perdiendo poco a poco el rastro de una época en la que la aldea fue un lugar de referencia en la zona. A Portela, situada en el trazado del Camiño da Geira e dos Arrieiros –un camino a Santiago hoy recuperado y de nuevo reconocido por la Iglesia–, la localidad llegó a tener dos tabernas y dos fondas, donde hacían noche tanto peregrinos como viajantes. Su principal reclamo era sin embargo un ultramarinos, que hacía que muchos vecinos de las aldeas cercanas como Sabucedo o Liripio se acercasen hasta el pueblo para realizar sus compras.
La historia de A Portela sin embargo se torció en algún punto. Al igual que ocurrió en otras muchas localidades, la gente joven comenzó a abandonar la aldea, buscando un futuro en localidades más grandes. El despoblamiento y el envejecimiento de los vecinos fue llevando la localidad al olvido. Sin embargo, la suerte terminó sonriendo a A Portela. La llegada de nuevos vecinos, muchos de ellos jóvenes en edad de crear familia, dio a esta pequeña aldea de Codeseda una segunda oportunidad.
A día de hoy, de las doce casas de la localidad solo una está sin habitar, aunque su propietario ya tiene en mente rehabilitarla. Su población ha crecido para situarse en unos 36 vecinos, trece de los cuales son niños que no superan los doce años. Se espera sin embargo otro para dentro de poco, ya que una de las vecinas está en estos momentos embarazada. De todos los vecinos, tres superan los ochenta años, pero el resto son menores de cincuenta, algo que demuestra el progresivo rejuvenecimiento de la localidad.
La clave para entender este cambio drástico en solo unos años está en la llegada de nuevos vecinos desde otras localidades. A la localidad han llegado familias desde puntos cercanos como Quireza o Sequeros, pero también desde puntos más lejanos como la localidad costera de O Grove. Se trata en todos los casos de gente joven, que ha encontrado en esta aldea de Codeseda el lugar idóneo para formar una familia. Como punto a favor, además del hecho de poder estar en plena naturaleza, está el tener muy cerca la carretera EP-7001, que permite una rápida conexión hacia localidades más grandes. Además, tienen muy cerca el colegio de Codeseda, donde estudian la mayor parte de los niños de la aldea, mientras que los mayores tienen autobús hasta los institutos de A Estrada.
INFRAESTRUCTURAS
Los vecinos de A Portela tienen sin embargo sus quejas y estas afectan principalmente a la necesidad de algunas infraestructuras. Ante el aumento de niños en el pueblo han solicitado la instalación de una zona de columpios, aunque por el momento no han recibido respuesta por parte del Concello de A Estrada. También han solicitado la colocación de una marquesina para que los niños esperen el autobús escolar. A largo plazo sin embargo sueñan con poder recuperar la vieja casa escuela, el último símbolo de un pasado que parecía destinado a perderse y que hoy podría volver a llenarse de vida.
Noticia e imagen publicada en Faro de Vigo