El ataque fue registrado en A Portela la tarde del martes, cuando los animales pastaban en una finca vallada próxima a la vivienda de sus propietarios, Delfina Pampín y Eloy Rocamonde. Los propietarios condujeron a los animales al prado por la mañana y volvieron a vigilarlos al mediodía y a media tarde sin detectar nada extraño.
Cuando Eloy volvió al lugar sobre las seis de la tarde ya no vivían ni uno de los once animales. Del carnero, los cuatro corderos y las seis ovejas sólo quedaban restos de pieles y huesos. El ganadero pudo ver tres lobos en los alrededores.
La familia había sufrido hace tres años otro ataque y la pérdida de cinco ovejas.