Ir en chanclas y pantalón corto al supermercado y encontrar los turrones en el lineal se ha convertido en tendencia. ¿Saben eso que predican algunas películas de Hollywood de que la Navidad está por todas partes? Pues ahora quizás deberían revisar su mensaje y decir que la Navidad llega cada vez antes. Habrá un alto en el camino para tallar las calabazas de Samaín, pero estos meses serán una carrera de fondo hacia unas fiestas que –crucemos los dedos– este año deberían ser un poco mejores que las anteriores. Y como se espera que podamos ser más en torno a la mesa, la cantidad y calidad de comida volverá a ser la que era: una de esas exageraciones tan nuestras, que nos aconsejan aligerar la cena con sal de frutas pero que, cuando se nos pasa el empacho, deseamos repetir.
Y para quienes no quieran arrepentirse, en la parroquia estradense de Codeseda tienen este año un manjar de esos que se cocinan a fuego lento y que saben a Navidad. De las de antes; de las de siempre. El Capón das Quintas ha estado creciendo durante estos meses para ofrecer, en el mercado local e internacional, un producto premium. Se trata de capones que viven en semilibertad, que son criados con mimo y sin prisas, de un modo sostenible y ecológico, hasta convertirlos en una delicatessen. La idea del estradense que cría estos animales, Silverio Otero, fue jugar con los viejos ritmos de producción, tratando de conseguir un producto de alta calidad que sea apreciado en las mejores cocinas, un ámbito en el este emprendedor también ha trabajado.
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