En Extremadura se produce el 85 por ciento del producto a nivel nacional. Pero esta planta extraña, utilizada desde las civilizaciones precolombinas en sus rituales, también llegó hasta tierras de José Basteiro en Marcenlos, pese a no tener un clima subtropical.El producto estradense se empleaba después en Gijón en elaborar las últimas capas de las farias.
La cosecha pronto florecía. A los dos o tres meses salía la primera tandada. Pero por muy rentable que fuera, las exigencias de los cuidados parece que no compensaban. «Había que ter coidado coa humidade, se viña un inverno duro, as plantas collían moho», explica Basteiro. Tenían que separar las hojas, colgarlas… alguno se tiene pasado las largas noches de invierno con el tabaco a vueltas a la luz de una bombilla. Para el secado, que hacían en las palleiras, se necesitaba casi tanto espacio como el de cultivo. Y aunque ya se pagaba a 700 y 800 pesetas kilo, Basteiro decidió dejarlo allá por 1985. La fábrica de Gijón también echó el cerrojo.
Basteiro recuerda que Televisión de Galicia, que comenzaba a dar sus primeros pasos, fue a Marcenlos a grabar su plantación para el programa Outra xeira .
Texto basado en una noticia de Mónica González publicada el 25/04/2006 en El Correo Gallego